La basura que no es basura

Yerba mate usada y cáscaras de frutas son algunos de los residuos más comunes que se producen en el entorno de la facultad.

Si los tiramos todos juntos a la misma bolsa con restos de comida, papel, plástico, casi no hay chances de reutilizarlos, y su único destino pasa a ser basura.

¿Pero qué pasa si los separamos? Podemos reutilizarlos.

Y yendo más allá: ¿cómo hacemos para separarlos?, ¿cómo hacemos para incentivar la separación en el ámbito de la facultad?

Este fue el desafío del proyecto del Voluntariado Universitario TekororIQ iniciado en septiembre de 2022, que a mediados de marzo del año en curso lograron obtener el primer lote de compost. Fue producido en base a los residuos compostables del Módulo Exactas del Campus y en el comedor Alfonsín, que funciona en el predio del Campus.

¿Cómo se recolectaron los residuos orgánicos?

“Preparamos basureros diferenciados con carteles. Los hicimos con botellas plásticas, alambre y soldador. En el mes de octubre del año pasado los distribuimos por los diferentes sectores del edificio de la facultad y en el comedor (Campus)”, destacó Cinthia Demonari, integrante del equipo.

“Para dar a conocer el proyecto y contar con el interés y colaboración de todos, hablamos con los estudiantes que cursan en Campus, con los docentes y nodocentes, para pedirles que nos ayuden, simplemente tirando los residuos orgánicos en esos basureros especiales”, agregó.

Paralelamente el equipo de voluntarios readecuó la compostera que estaba en desuso en la planta piloto, y allí fueron depositando los residuos orgánicos.

Pasados cinco meses de trabajo, obtuvieron los primeros 25 kilos de compost que entregaron al Centro de Investigación y Producción Jardín Botánico “Alberto Roth”, donde investigadores de la UNaM trabajan en la propagación de especies nativas.

¿Por qué se llama Tekororiq?

Demonari indicó que el nombre del proyecto surge de la combinación de palabras en guaraní (TEKO: naturaleza, tierra; RORY: alegre, gentil) haciendo referencia al compost; y la abreviación de la carrera Ingeniería Química –IQ.

El nombre fue propuesto y elegido por los participantes del proyecto, que son docentes y estudiantes de esta carrera, en la orientación Ingeniería Ambiental, y son de nacionalidad argentina y paraguaya.

“La intención del nombre es abarcar la diversidad cultural, conocer y transmitir nuestras raíces, tratando de incorporar un poco nuestra identidad misionera”, agregó Demonari.

Invitan a la comunidad a seguir separando residuos y destinar los compostables a la producción de más producto que pueda servir de abono para las plantas y árboles nativos, tal el objetivo de este singular proyecto.

LMS 28/03/2023

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